Esta obra representa la capacidad de canalizar las emociones, lo invisible, lo denso y tranformarlo en algo vital.
Sentada en el agua, su mano toca el elemento transmutador por excelencia. Las plantas oscuras que brotan a su alrededor y las formas etèreas que ascienden en verde hablan del proceso alquimico interno: lo que duele, se tranforma, lo que pesa se vuelve crecimiento.
La figura femeninda, envuelta en tonos tierras y fuego, se convierte en un puente entre el cielo y la tierra: una nube cubre sus ojos, simbolo de conexion con sutil, mientras lagrimas caen como goyas de energia que riega su cabello y el entorno.
Ella no ve, pero percibe, se entrega y se convierte en canal.